Recuerdo unas
palabras soltadas al aire cargado y contaminado de Pekín. Chocaron con las
partículas de aire revoltosas.
Aquel sonido casi inaudible retumba aún como un
gong, un frágil despertar, una invitación a mantenerse alerta.
“La diferencia
entre Occidente y China radica en que aquí sabemos que vivimos bajo una
dictadura a diferencia de vosotros”. Y no le faltaba razón.
Aquellos valores
sembrados, edificio de mi ideología, se fueron tambaleando, erosionando,
desgastando. Solo quedó un esqueleto, esbozo de un mestizaje. La colisión entre
la materia que supo resistirse y la nueva materia engendró una chispa.
De la entrega de la chispa al aire nació el fuego. Siempre el aire con aires de romance.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
A vous de jouer... Les dés sont jetés.