Nacer en tierras ajenas y despertar en Granada.
Vivir en lares desiertos y soñar en Granada.
Recorrer millas de silencio entrecortado por el aliento
desventurado que mantiene al vagabundo despierto.
Nido de un desencuentro anunciado.
Hogar de amores resecos y desahuciados.
Manojo de abrazos lánguidos desdibujados
por la mano de un pintor con pincel desatendido.
El horizonte atiende dudas resquebrajadas en mi melena
alocada por el fervor de unas previsiones incumplidas.
Como los años de tu rostro esculpido en el mármol firme
de porvenires humildes y callejones sin salida.
Pero el poeta de voz límpida, el cantaor de versos finos,
el guitarrista de dedos primorosos y divinos
despiertan un nuevo día de seda en el océano de su mirada
vespertina. Caricias del caminar de sus pestañas
por el sendero sereno de un mes recién nacido.
Esta noche la luna esbelta encenderá pasiones.
La Parole J’ai la beauté facile et c’est heureux. Je glisse sur les toits des vents Je glisse sur le toit des mers Je suis devenue sentimentale Je ne connais plus le conducteur Je ne bouge plus soie sur les glaces Je suis malade fleurs et cailloux J’aime le plus chinois aux nues J’aime la plus nue aux écarts d’oiseau Je suis vieille mais ici je suis belle Et l’ombre qui descend des fenêtres profondes Epargne chaque soir le coeur noir de mes yeux. Paul Eluard, Capitale de la douleur, 1923
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