lunes, 7 de octubre de 2013

Zapatero

La crisis ha devuelto a la calle cierta cordura. Se respira un aire más liviano. Menos consumo, menos materia, menos compra compulsiva, menos quita y pon, menos. Esta palabra con sentido negativo que mengua poder adquisitivo enriquece a otro colectivo.

Suelo ir al zapatero, no es cuestión de crisis, es que no tengo coche y, como ando mucho se me gastan las suelas de los zapatos. Antes de que se apuren, suelo ir a que me las reparen, porque me gustan los zapatos de calidad y cuando son cómodos no quiero cambiar. Además, el zapato es un accesorio de primera importancia, la ropa cambia totalmente según el calzado que se lleve. El mismo vaquero con zapatillas de deporte, con tacones, con sandalias o con chanclas se luce de forma diferente. El bolso es un accesorio fútil si lo comparamos a un zapato.





Así es como el zapatero al que suelo ir ha cambiado de local, mucho más grande y mejor situado... Ha aumentado la clientela con las estrecheces, y volvemos a la paradoja de lo antagónico, la depresión le hace engordar. El menos se convierte en más, todo depende de para quién. Siempre habrá oficios que se beneficien de la coyuntura económica. Salen ganando los abogados, los médicos -al igual que los abogados son indispensables y un lobby bien afincado- así como los reparadores. Sean zapateros, electricistas, modistas, etc.


Tal vez se recuerde en los manuales de Historia el siglo XXI como el siglo de los remiendos... Algunos gremios se frotan las manos y encienden velas -a escondidas- para que dure la crisis. Así son las cosas: ni del todo buenas, ni del todo malas.


Eso decía la canción de hace unas décadas: "busco, busco, busco unos zapatos, busco, busco, busco algo barato." Eso sucedió en el siglo XX. Ahora que hemos cambiado de milenio, buscamos reparar objetos de calidad. El Imperio del Medio ya puede empezar a temblar. Las cifras, siempre tan vistosas y traidoras, apuntan a que se avecina un terremoto o, mejor dicho, una inanición letal. Detener un tren lanzado a toda velocidad de forma brusca y repentina puede acarrear un impactante y lento proceso de regresión, un chirriar de ruedas, una tormenta de humo contaminante, un griterío humano sangriento.


Época de vacas flacas provechosas y dichosas. Mientras no nos dé por ir descalzos.

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La louve

Ecrivons sur la page Pendant que la mer dégage Si la mère enrage Elle effacera toutes les pages