domingo, 24 de marzo de 2013

Pugna entre jueces

Me sorprendió escuchar que dos jueces estuvieran instruyendo el mismo caso, pero que lo hicieran cada uno por su cuenta. Siempre pensé que los hombres de leyes trabajaban mano a mano, codo a codo. Parece ser que detrás del estandarte "justicia" se oculten rencillas, las que caracterizan la "comedia humana" relatada por Balzac con tanta exquisitez y agudeza. Batallas y duelos perpetrados desde siempre. 

Detrás de las instituciones, se amontonan montañas de trapos sucios que nunca se sacan a relucir por pudor o por honor. Basta con que se tire de un hilo, por pura casualidad, para que se vaya al traste la imagen de rectitud. Ecuánime, imparcial, objetivo, neutral son epítetos espantosamente inhumanos por sobrevalorar nuestra humilde condición. En eso justicia y religión van cogiditas de la mano. Más allá de las pulcras fachadas se hallan inquilinos indeseados, los ocupas de nuestras entrañas, sumidos en la mediocridad repudiada. 

Sé más bien poco acerca de las cualidades que debe reunir un magistrado. Se me ocurre que "magistrado" y "mago" comparten historia. La raíz "magh" significa "tener poder". Ya está todo dicho, o casi. No nos engañemos, el juez no es todopoderoso... Basta con darse una vuelta por Italia, Córcega o incluso España para entender que ciertos enfrentamientos intrépidos a órdenes leoninas se pagan con sangre. Existen, pues, varias justicias y plantarles cara es una ofensa que no tiene marcha atrás. Caen cabezas que salpican suelos inmaculados. Quien se atreva a hacer frente al Orden Oscuro recogerá los frutos agrios que siembra la Muerte organizada, infiltrada con la mayor discreción en las pantomimas democráticas. Una inercia cuyo paso descompasado pisa fuerte.


De las calígines al candil, de la mano de Beatriz. No es así de fácil. La justicia y la religión han de cumplir su misión: poner orden, protegernos contra el caos, dictar conductas ejemplares, juzgar nuestros actos, dibujar fronteras inapelables entre lo bueno y lo malo, decidir por los demás, sentenciar, sellar destinos, cerrar puertas, bajar telones... 

Los muertos no hablan, los recuerdos enmudecidos se desvanecen. Anónimos sin voz cuyo destino se torció. Mala suerte. 






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La louve

Ecrivons sur la page Pendant que la mer dégage Si la mère enrage Elle effacera toutes les pages